En julio de 1984 Katharine Hepburn invitó a cenar a su casa de New Hampshire a su nuevo amigo, ante el estupor de su criada y amiga, pues era el momento de mayor esplendor del cantante. Cuando Kate la reprendió por su estado de nervios, la ayudante de la actriz protestó:
¡Es que es la mayor estre...., quiero decir la segunda mayor estrella del mundo!
Sabiendo que Michael Jackson era vegetariano, la cena de aquella noche se compuso, además de una cazuela con macarrones con queso, de una bandeja de verduras artísticamente dispuesta. Michael Jackson no sabía lo que era una coliflor. Katharine pidió que le rellenaran su vaso de whiskie.
La conversación de aquella noche languidecía porque, la realidad era que no tenían mucho en común, Michael permaneció callado y sólo parecía tener vida cuando contestaba a lo que le preguntaban directamente, siempre con mucha dulzura.
Permanecía con las gafas de sol puestas a pesar de estar en el interior de una casa y de noche. Aquello fue demasiado para una mujer de armas tomar como era Kate.
¿Hay demasiada luz?
Él dijo que no.
Bueno. Entonces, Michael, debes quitarte las gafas de sol para que pueda verte los ojos. Si no, no sabré donde estás mirando.
Él obedeció de mala gana.
- Creo que llevas demasiado las gafas de sol- prosiguió ella- no debe ser bueno para tus ojos, y teniendo en cuenta tu forma de vestir, es difícil que vayas a algún sitio y no te reconozcan. Así que déjanos ver tus ojos, son la ventana de tu alma
jajajaja
Eso, eso, que enseñe esos dos pedazos de ojos tan preciosos que parecen que se van a comer el mundo... Ay, Mike, qué ojos tan bonitos y cómo echamos de menos tu mirada, corazón...
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